Continuamos con la lista de los 10 experimentos científicos más crueles y extraños de la historia, sacados de un libro de Alex Boase llamado Elephants on Acid and Other Bizarre Experiments (no os lo quise decir ayer para que no os anticipáseis a la 2º parte de la lista).
6. En 1942, Lawrence LeShan trató de quitar subliminalmente a un grupo de jóvenes la manía de morderse las uñas. Para ello pasaba por las noches un disco que decía "Mis uñas saben terriblemente amargas" contínuamente. El problema fue que el tocadiscos se rompió, así que el propio investigador tuvo que sustituirlo diciendo él mismo la frase. Parece que el experimento tuvo éxito porque el 40% de los niños dejó de morderse las uñas, pero Boase tiene otra teoría, y es que los niños pensarían “Si dejo de comerme las uñas el hombre raro se irá lejos”.
7. Por los años 60, Martin Schein y Edgar Hale, de la Universidad de Pennsylvania, se dedicaron a estudiar el interesante tema de la sexualidad de los pavos, llegando a la conclusión de que no son demasiado exigentes... Lo verdaderamente interesante es cómo llegaron a esta conclusión. Por lo visto cogieron una pava, y la fueron arrancando partes del cuerpo, esperando el momento en que los pavos perdían interés por la hembra. Pero incluso cuando ya sólo quedaba la cabeza de la pava pinchada en un palo, los pavos seguían excitándose.
8. En 1954 el cirujano soviético Vladimir Demikhov creó un perro de dos cabezas. Y no es una novela de ciencia ficción. Ni siquiera una serie de Matt Groening. Este señor unió la cabeza de un cachorro al cuello de un pastor alemán, aunque no conectó los esófagos, por lo que cuando el cachorro bebía leche le chorreaba ésta por el cuello. Ambos animales murieron por el rechazo de tejidos, pero eso no impidió al cirujano crear otros 19 animales bicéfalos durante los siguientes 15 años.
9. En 1800 Stubbins Ffirth, médico de Filadelfia, quiso probar que la fiebre amarilla no es una enfermedad infecciosa. Para ello vomitó encima de heridas abiertas, y luego lo tomó (exacto, puaajj!!). No cayó enfermo, pero porque luego se descubrió que la fiebre amarilla se contagia sólo si se iyecta en la corriente sanguínea (normalmente gracias a un mosquito), no porque no fuera infecciosa.
10. En 1960 Ian Oswald, de la Universidad de Edinburgo quiso estudiar las condiciones para quedarse dormido. Para ello cogió a un grupo de sufridos voluntarios a los que puso un banco de luces de flash a 50 cm frente a ellos, y electrodos en sus piernas que les administraba shocks eléctricos. También les ponía música con el volumen muy alto. A pesar de todos se quedaron dormidos a los 12 minutos, así que Oswald concluyó que era porque estos estímulos eran monótonos y regulares.
¿Cuál os ha gustado más?

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